martes, 6 de marzo de 2012

fusiles gastronomicos "pongase a cocinar"

El otro día llegó un sobrino a pedirme que si lo dejaba ir un día a la semana a mi restaurante porque quería aprender a cocinar. “No —le dije—, aprendes a cocinar en tu casa o en una escuela. A una cocina profesional te metes a aprender el oficio”. Le sugerí se comprara un texto general, de los que usan en cualquier escuela, y que lo abordara en su casa, sin prisa y siguiendo prontamente las instrucciones. Esto es una buena señal: estamos en un momento muy impetuoso con esto de la cocina y los vinos, y el que esté de moda es signo y síntoma de un interés por percibir la vida cotidiana desde un ángulo que considera la cocina como algo más que un divertimento antes reservado a las amas de casa aburridas y enchufadas a la telenovela de la tarde, o al concurso tontísimo de preguntas y respuestas para retrasados mentales. El hecho de que cualquier tipo de gente ya entienda el cocinar y comer como una actividad digna de ser practicada como un hobby nos pone en la senda de evolución correcta: no sirve de nada tener restaurantes chingones y cocineros súper estrellas si la cocina no está siendo practicada desde el estrato cotidiano y por el común de la gente.
El fenómeno gastronómico, abordado desde la trinchera del comerciante que detecta negocio en el asunto, compromete esfuerzo y dinero en lanzar campañas promocionales e introducir sus productos; algunos venden la cocina como algo divertido, otros como tema saludable y otros más como una actividad fácil. No importa con qué excusa se venda, lo importante es promover la chingada cocina y punto. Me canso de decir lo imperioso que es modificar nuestro estilo de vida y de agendarlo alrededor de una saludable rutina de cocina y consumo con familia y amigos, también tomando en cuenta la relación que tiene lo que cocinamos y comemos con el medio ambiente y la interacción económica y social con los productores menores e independientes, sobre todo los que manejan productos orgánicos. Cocinar y comer es una compleja red de codependencias: no es sólo meterse un taco a la boca, hacer un buche de Coca Cola y eructar. También es pasión y amor por la vida. Cierto, la cocina es mucho más que meterse a un cuarto con una estufa y un par de ollas, pero este laboratorio es la base desde donde se empieza a apreciar la vida en un contexto más orgánico, creativo y estimulante. La cocina es una actividad fundamental para construir y mantener nuestra civilización. Yo le recomiendo que vaya a una librería, compre el o los libros que más le llamen la atención y procure cocinar lo más seguido posible. No es cualquier cosa: su calidad de vida va a aumentar considerablemente. Insisto: la percepción popular de la cocina ya no es la misma de hace unos años, ya que la actividad se ha integrado a otras áreas como la antropología, la sociología y el diseño industrial para transformarse en una actividad compleja auxiliada por influencias multidisciplinarias. Las consecuencias de esto se verán en algunos años: va a transformarnos de manera profunda. No exagero.
La cocina no es sólo asunto de señoras, cocineros o de gente que se autodenomina sibarita o bon vivant: ya es cosa de todos y aquí no hay aficionados excéntricos. Usted, que tiene interés por la cocina y no sabe nada, es la base de este ímpetu; usted representa una fuerza tremenda de práctica y consumo. Éntrele, póngase a cocinar. Y si se atora, pregunte: los profesionales le ayudamos cuando quiera.

por: el chef. adrian herrera   "la fonda san francisco"

http://fondasanfrancisco.tumblr.com/